Marco Palo 15/09/2010

Como la reputación de Laura está suficientemente contrastada, no entraré en detalles numéricos para relatar la experiencia con ella de esta mañana. Para aquellos que estén con dudas sólo diré: ¡Adelante! Lo digo sin miedo a equivocarme. Hago extensivo esto mismo a la bella Karla, su compañera (y no solo de piso).

Vuelvo de las vacaciones lleno de energía que quiero derrochar. No hay que ser agarraos, así que trato de quedar con Lau lo antes posible. Como una olla a presión y por motivos de agenda, espero paciente hasta hoy, que resulta estar sola en casa. Una novedad que agradezco, ya que me apetecía pasar un rato íntimo.

De la cita me reservo los comentarios groseros y sólo diré que la confianza que da la naturalidad, el morbo de quien conoce los secretos de los varios placeres, la excitante pausa dentro de la tensión sexual, la madeja de los cuerpos de nata y chocolate, la ternura (sí, por qué no) son las palabras que mejor definen el encuentro. No me reservaré, sin embargo, la conclusión:
Laura encarna el más puro espíritu de las hetairas, de las nobles cortesanas que saben dar y recibir placer a cambio de casi nada. De ahí su grandeza, que no reside exclusivamente en lo físico.

Quedo a la espera del próximo encuentro con ella y de todos aquellos que queréis compartir y disfrutar la inagotable aventura del sexo.

Un saludo

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